PRÓXIMO EVENTO

EL PRÓXIMO SÁBADO 14 DE MARZO EL ILTRE. COLEGIO OFICIAL DE ENFERMEROS DE BADAJOZ, DENTRO DE SU SEMINARIO PERMANENTE DE HUMANIZACIÓN ORGANIZA UN TALLER QUE LLEVA POR TÍTULO "TESTIMONIOS DE VIDA", EN EL QUE CONTARÁ CON LA PARTICIPACIÓN DE PERSONAL ENFERMERO Y BOMBERO Y CON DOS PACIENTES A LOS QUE AQUELLOS COLECTIVOS HAYAN SALVADO LA VIDA

ILUSIÓN DE ENFERMERA

10 de febrero 2015


Publicamos una nueva entrada en nuestro blog que nos ha hecho llegar una enfermera, y que lleva por título


ILUSIÓN DE ENFERMERA

Casi siempre se habla de la “dejadez” de las enfermeras.  Se escuchan frases del tipo: “Prefieren no asumir sus responsabilidades y adoptar la posición de comodidad”.  En algunos casos, más de los que debiera, puede ser así, pero también existe por suerte, la otra parte.  Las enfermeras que se implican, que luchan por su profesión, por ejercerla plenamente, para que se les respete.

Me gustaría contar mi experiencia, y para ello voy a empezar  por el inicio de mi viaje en esta aventura.

Hace ya algunos años que comencé mi andadura en la Enfermería.  Sinceramente, cuando inicié los estudios, tenía nociones muy básicas de lo que era ser enfermera, pero poco a poco fui descubriendo lo que significa realmente y me di cuenta de que había tomado una de mis mejores decisiones hasta el momento.  Cada día de práctica me gustaba más la profesión en la que me había embarcado.  Los tres años de formación fueron duros, muchas horas de clases, de estudio en casa, de prácticas, pero sin duda volvería a repetirlos.  No sólo aprendí técnicas, tratamientos, curas,… También aprendí a ver más allá de las personas, a percibir la tristeza en una sonrisa, a detectar la preocupación en una mirada, a ponerme en la piel del otro, a escuchar, a ser paciente, a respetar.  Descubrí la importancia de una sonrisa, de un trato cálido y cercano, de un gesto amable.  Tras ese tiempo, no sólo me gradué como enfermera, sino que crecí mucho como persona.  Al finalizar esta etapa estaba llena de ilusión y con ganas de empezar la siguiente. 

Una de las parcelas que más me gusta de la Enfermería es la Educación para la Salud.  Con una buena educación sanitaria algunos de los pacientes que conocí en el hospital se hubiesen ahorrado esa estancia.  Pues bien, por suerte y para mi gran sorpresa, encontré un puesto de trabajo donde podría realizar esa función perfectamente. Esto lo descubrí un tiempo después de estar aquí y ver el ambiente. Trabajo en una piscina, y ¿qué hace una enfermera en una piscina?  Pues parece ser que lo único que podemos hacer es esperar a que pase algo y “mantener el botiquín en condiciones”. Por aquí pasan, desde bebés de 6 meses, hasta personas de más de 80 años, personas sanas y enfermas. ¿Os dais cuenta de la cantidad de población? ¿La cantidad de personas, de todas las etapas de la vida, a las que se puede llegar desde aquí?  Se me ocurren muchas actividades que realizar, ¿a vosotros no? 

Hasta ahora no había habido enfermera y aunque “sólo” es un botiquín, sí que hay unas cosas básicas que se deben cumplir y respetar como es la reposición de los medicamentos lo antes posible y en perfecto estado, mantener el material sanitario sin óxido, la intimidad de los usuarios y la confidencialidad, etc..  Desconocía si estas cosas sucedían por dejadez o por falta de conocimiento por parte de los jefes, así que, ante tal situación, puse en conocimiento las deficiencias que observé y también planteé la posibilidad de dar un servicio sanitario a todo aquel usuario que le interesase y no sólo al que sufriese un accidente en la instalación.  La ilusión por el trabajo pronto se tornó en confusión, desconcierto, y ese desconcierto se transformó en temor, miedo, pánico.  Sólo quería trabajar y hacer las cosas bien.  Es mi responsabilidad como enfermera poner en conocimiento cualquier deficiencia y velar por prestar una atención de calidad al usuario de la instalación. 

Todo esto derivó en una constante persecución y acoso por parte de mis “superiores”.  No voy a entrar en detalles, porque ese no es el tema, y porque aunque haya pasado un tiempo aún se me revuelve algo al recordarlo.  Pasé la peor época de mi vida por querer ser enfermera, por querer dar un buen servicio a las personas que acuden al botiquín, por no querer pasarme 7 horas sentada de brazos cruzados mientras veía a un niño obeso comiendo bollería y patatas fritas para merendar. En definitiva, por no querer cerrar los ojos y convertirme en alguien pasivo y cómplice de ciertas barbaridades. 

¿Pero sabéis qué?  Los golpes te hacen más fuerte y te repones.  Ahora, si todo sale bien, se me abre una nueva puerta.  No sé cómo será, ni cómo lo haré.  Sólo sé que tengo ganas y que creo en lo que hago, dos ingredientes, que si los tienes contigo, te dan fuerzas para lo que venga aunque haya momentos de flaqueza.  La posición fácil sería quedarme sentada en la silla, pero para mí, no es la más cómoda.  Voy a intentarlo de nuevo.  Poner mi granito de arena para intentar que se reconozca la Enfermería, la gran labor que podemos desempeñar, que los usuarios saquen partido de nosotros, que otros compañeros que puedan algún día ocupar este lugar, se sientan realizados, se les respete y reconozcan su trabajo. 

Me niego a creer que esto siempre será así, que no se puede hacer nada.  Cuando me vengo abajo recuerdo la ilusión que sentí al acabar la carrera, las ganas de hacer cosas y todo lo que me enseñó, porque muchas cosas las aprendí yo, pero otras me las enseñó ella, la Enfermería, y una de esas cosas fue a no darme por vencida y luchar.  Me niego a que esto acabe así.

Aquí tenéis una prueba de que sí que se lucha por la Enfermería y sé que hay muchos más casos.  A veces es difícil, pero si no la defendemos nosotros ¿quién lo va a hacer? ¡ÁNIMO!

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